lunes, 13 de diciembre de 2010

Enrique Morente


Acaba de morir Enrique Morente, una de las grandes figuras del flamenco en la actualidad. Una operación de cáncer de esófago se ha complicado hasta el extremo de que ha fallecido tras varios días de internamiento en la Clínica La Luz de Madrid. Había nacido en 1942 en el barrio granadino del Albaicín, aunque en algunas biografías suyas que hoy recogen los medios se dice que nació en 1943. Aurelio Sellés y Pepe el de la Matrona son los primeros artistas que vislumbran su genio. Pronto marcha a Madrid, como tantos otros, a intentar fortuna en el mundo flamenco. Allí debuta en la Peña Charlot. Su primera actuación en un festival flamenco tuvo lugar en Córdoba, en el Alcázar, con la presentación de Ricardo Molina y compartiendo cartel con Juan Talega, Fernanda y Bernarda de Utrera, Gaspar de Utrera, Tomás Torre y Antonio Mairena. Su cante despierta el interés de Mairena. Después de eso vienen las giras con Susana y José, recorriendo gran parte de Europa y llegando a ir hasta Japón.

Su aprendizaje se completa en el Tablao Zambra de Madrid, cantando alante y atrás, con figuras de la talla de El Gallina, Juan Varea, Jacinto Almadén, Bernardo el de los Lobitos, Perico el del Lunar o Manolo de Huelva...

Su primer disco aparece en 1967, lleva por título "Cante flamenco" y lo comercializa Hispavox. La guitarra acompañante es la de Félix de Utrera. En ese mismo año graba "Cantes antiguos del flamenco" con la misma discográfica y el acompañamiento de Niño Ricardo. En este disco deja constancia de su conocimiento de los valores clásicos del cante.

En 1970 actúa en el Ateneo de Madrid con el genial Manolo Sanlúcar, iniciando así una fructífera relación. En 1971 actúa en diversos lugares de México (con la fallecida bailaora Ana Parrilla, de los Parrilla de Jerez, magnífica artista) y en 1972 y 1973 lo hace en Nueva York, siempre con gran éxito.

En 1978 sale a la luz "Homenaje a Don Antonio Chacón" probablemente una de sus mejores obras, que recibe el Premio Nacional de la Música. Después de esto comienza a participar en diversos montajes y espectáculos en los que la música, de cualquier tipo, es el nexo de unión, dando lugar a una visión heterodoxa del flamenco que le reporta muchas críticas.

En los años 90 continúa su participación en espectáculos que comportan originalidad y atrevimiento, muchos de ellos basados en textos de poetas, además de recibir distintos premios por su trayectoria. De estos años es su famoso disco "Omega" y presentar a los públicos a su hija Estrella Morente, nacida de su matrimonio con la bailaora Aurora Carbonell.

Discos suyos posteriores son "Morente sueña la Alhambra" y "El pequeño reloj". Su última grabación es de 2008 y se dedica a Pablo Picasso: "Pablo de Málaga"

martes, 7 de diciembre de 2010

Camarón de la Isla



Esta es una foto inicial de Camarón de la Isla, el artista que pronto dejó atrás el nombre de su pueblo, pues su fama llegó a tanto que ya no necesitó adjetivos. Camarón de la Isla hubiera cumplido estos días pasados los 60 años pero murió mucho antes, por lo que esta foto de sus tiempos con Paco de Lucía, en el que se le ve tan joven y tan feliz, me parece mucho más acertada para recordarlo que otras ya más maduro, cuando el paso de la vida parecía haberlo marcado.

La Isla, según Camarón, se ha dividido en dos: una parte del pueblo no ha seguido nunca la carrera de Camarón, ni se ha sentido implicada en su trayectoria y ha vivido de espaldas al artista, a lo que significaba y a lo que significa. En su entierro, multitudinario, muchísima gente no era de La Isla. En La Isla, Camarón había dado algunas espantás famosas y mucha gente no era de su cuerda, no entendía mucho su forma de entender la profesión (no el cante, sino la profesión, que es diferente). Curiosamente, los flamencos más viejos no son camaroneros (o lógicamente), pero los jóvenes sí, los jóvenes son la verdadera fuerza de Camarón en su tierra, todavía hoy y entonces. Gente que no lo conoció en vida pero que toca la guitarrita y se acompaña de cantes que Camarón hacía y que son ahora el santo y seña de estos nuevos aficionados, no al flamenco, sino a Camarón. Porque Camarón tenía una legión de aficionados a los que solamente gustaba Camarón. Por eso, a través de Camarón no abrían la puerta de todo el flamenco, sino que se quedaban ahí, en el zaguán, camaroneros puros pero nada más.

La Peña Camarón de la Isla, en San Fernando, tiene un gran edificio y poco dinero. Parece ser que la crisis ha afectado a todo el mundo, incluidas las peñas, y en este aniversario no hay fondos para dispendios. En San Fernando hay otras peñas, al menos dos que yo recuerda, la tradicional y antigua Tertulia Flamenca de La Isla y la Peña Chano Lobato. Pero la peña de Camarón es la que tiene un mejor local y parece que, a pesar de los pesares y de la crisis, continúa intentando que Camarón no se olvide, aunque por eso no hay problemas, Camarón está ya en la historia. Su biógrafo, Enrique Montiel (uno de sus biógrafos, pero el más acertado), no me pareció nunca que estuviera de la orilla del flamenco, cuando lo conocí mientras estudiábamos Magisterio, pero, con el paso del tiempo, me enteré que se relacionaba con Camarón y que el flamenco le tiraba. A mí no, tengo que decirlo. En los años gloriosos de Camarón andaba yo en otras músicas y, cuando llegué al flamenco, no desembarqué en Camarón, porque aprendí directamente de otras fuentes que nada tenían que ver con su estética. Así que mi acercamiento a Camarón ha sido tardío y directo: sin intermediarios, solamente con su música.

Tengo que decir que me gusta la música de Camarón, tengo que decir que esa música tiene ahora mismo un gran problema: una legión de imitadores que van a convertirla en algo cansino. Hasta dentro de unos años Camarón no será un clásico, limpio de connotaciones externas que lo desvirtúan.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Calixto Sánchez




Calixto Sánchez siempre aparece en las reseñas y crónicas como maestro y cantaor. Efectivamente, durante años compaginó su oficio de maestro de escuela (como a él le gusta ser llamado) y cantaor de flamenco. Por lo tanto, ofrece una imagen de artista distinta a la que solemos estar acostumbrados, por algunas razones. En primer lugar, por su formación y, en segundo lugar, por la reflexión que hace del cante y del flamenco en general, que transmite en cursos y jornadas en los que expone sus ideas de cómo ha de ser la interpretación del flamenco y también sobre otras cuestiones cruciales. Su propia ideología cantaora tiene mucho que ver con la forma en la que concibe la interpretación del flamenco.

Por otro lado, ha tenido una parte importante en la difusión del flamenco para los profesores y maestros, siendo un pionero en enseñar el flamenco en las escuelas, no ya en ese experimento que se realizó en 1986 en la entonces llamada Escuela Aneja de Sevilla, con José Luis Navarro, sino, sobre todo, en su propia trayectoria como maestro en el transcurso de la cual llevó el flamenco a sus alumnos de forma directa y sin intermediarios. Convencido como está de que el flamenco puede, y debe, aprenderse y que la formación no solamente no es negativa, sino que es necesaria, Calixto Sánchez puede considerarse el cantaor más comprometido con la didáctica del flamenco y con un flamenco estructurado, en el que el protagonista de la creación es el propio artista y no una suma anónima de contribuyentes.

Esto quiere decir que Calixto defiende que el flamenco es un arte de creación, una música que se construye a partir de miles de influencias pero siempre de la mano del profesional, entendida esta palabra como un concepto que engloba a aquellos que tienen talento y que dedican su tiempo y su tarea a trabajar por el flamenco. No nos engañemos: se trata de una postura difícil de mantener en algunos ambientes y cenáculos flamencos, por lo que en muchos entornos esto le ha supuesto una verdadera complicación a la hora de ser aceptado. Pero Calixto lo ha sabido desde siempre, así que ha arrostrado esta situación con la convicción de sus propias teorías.

Por muchas razones Calixto Sánchez es considerado, no sin cierto tono peyorativo en algunos casos, un academicista del flamenco, un estudioso del mismo, pero yo creo y he pensado siempre que se trata de un verdadero "aficionado" en el sentido más amplio de esta palabra, la de aquella persona que dedica su vida a conocer las profundidades de ese arte, que lo escucha todo y de todo saca conclusiones y aprendizajes, que intenta desentrañar las incógnitas y que puede mostrar ante cualquier auditorio, de forma teórica y práctica el desarrollo histórico del flamenco a través de sus intérpretes y sus estilos. Además, Calixto es un aceptable letrista, autor de muchas de las letras que canta, y, además, ha sabido "poner en flamenco" la poesía de autores de gran relevancia en la poesía española y tener a su lado a otro letrista de excepción, José Luis Rodríguez Ojeda.
Como cantaor, ha sido tachado de frío y de tener poco "pellizco". Rebato totalmente esas afirmaciones. A mi juicio, se trata de la mejor voz del flamenco del último cuarto del siglo XX. Heredero de las tesis cantaoras mairenistas, defensor teórico y práctico de Antonio Mairena, a pesar de que algunas opiniones del maestro de los Alcores no están en consonancia con lo que piensa él mismo, su cante es una perfecta muestra de lo que el flamenco es cuando se convierte en arte, comparable a cualquier estilo musical y con un canon estético y vocal inigualable. Pero esta perfección de forma no quiere decir que esté exenta de emoción, pues el arte sin emoción es simplemente artesanía. Todo lo contrario, escuchar a Calixto Sánchez, tanto en sus interpretaciones de cantes dramáticos, como en aquellos en los que hay ligereza, fiesta, brillantez, genera múltiples sensaciones y evidencias; muchos sentimientos y mucha complicidad entre los públicos, como se demuestra en su número de seguidores, incontables, y en la fidelidad que sus seguidores le dispensan.

Solamente un "pero" a todo esto, un "pero" que siempre he pensado acerca de su carrera artística: tenía que haberse arriesgado más, tenía que haber dejado a un lado su status de funcionario docente, de pensador o de gestor (porque ha llegado a ser Director del Centro Andaluz de Flamenco, con sede en Jerez), para dedicarse a lanzar su carrera más allá de los cenáculos flamencos clásicos. Esto debería haber pasado por marcharse a Madrid durante sus años plenos, algo que, sabemos, es absolutamente necesario si uno quiere convertirse en su superstar. La mejor voz, el mayor conocimiento, unas dotes personales interpretativas nada desdeñables, una forma de llegar a los públicos muy personal, unas cualidades musicales innatas, tenían que haber tenido como correspondencia una carrera artística mucho más planificada, lo que únicamente se consigue cuando se cuenta con profesionales que dirijan esa trayectoria, con productores y músicos que tengan visión del mercado y del futuro. No se trata de hacer cosas comerciales, que Calixto también ha hecho, sino de lanzar una carrera que tenía que haber llegado mucho más alto. ¿Por qué ha sido así? Personalmente pienso que las cosas que han atado a Calixto a su pueblo y su entorno, han dificultado su lanzamiento y es una verdadera lástima, porque estaba llamado a ser el gran artista de finales del siglo XX.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Pedro Bacán


A Pedro Bacán le daban muchísimo miedo los aviones. Tanto miedo le daban que recorría kilómetros y kilómetros en coche cuando tenía que actuar, incluso por toda Europa. Cruzar de continente le obligaba a volar y no le gustaba nada. Paradojas de la vida: murió en un accidente de coche, en las cercanías de Utrera, cuando viajaba una mañana de sueño, entre Sevilla y Lebrija, donde tenía su casa y donde había nacido. Era el mes de enero de 1997 y todavía no había cumplido los 47 años. Estaba en su plenitud personal y artística, pero esa mañana el cansancio le venció.

Era un guitarrista genial en el sentido más estricto del término. Genial viene de genio. Especialísimo en su concepción del flamenco y la música, que sabía explicar muy bien, muy acertadamente. Su toque es inconfundible y digo "es" porque ahí queda su música, como ocurre con los artistas cuando se van, que dejan su legado. Tuve ocasión de tratarle y de compartir algunas charlas, actuaciones y lugares con él. En los bares de la bohemia de Sevilla todo el mundo lo conocía y apreciaba. Son esos sitios en los que se habla de arte, de música, de libros. Muchos extranjeros se sumaban a las tertulias improvisadas en las que Pedro hablaba de música, como él sabía hacerlo, con conocimiento y originalidad. En alguna ocasión estuve en su casa y también lo vi grabar algunas de las cosas que hizo. Dedicó mucho tiempo a enseñar, tanto en el extranjero, como en su tierra, de manera informal y de manera reglada. Su toque de guitarra es el que aparece en la grabación que acompaña al librito "Aproximación a una didáctica del flamenco" que hicieron Calixto Sánchez y José Luis Navarro. Su toque de guitarra está en todos los cantes, menos en las sevillanas...porque a Pedro Bacán no le salían unas sevillanas "normales", un toque que fuera identificable por los alumnos a los que iba dirigida la grabación. Así que, en aquel caso, las sevillanas tuvo que grabarlas Manolo Franco, otro maestro.

Antonio Sosa, pintor y escultor, me contaba su experiencia con Pedro en Doñana, pues compartieron días de trabajo en torno a una experiencia que reunió en el Parque Natural a algunos escritores, artistas y músicos. Antonio me contaba cómo una noche todos estuvieron expectantes oyendo como Bacán hacía música con un tenedor y una botella. Una noche de silencio solamente roto por el ritmo que Pedro Bacán imprimía a los objetos más normales del mundo. Pero él era un músico completo, no solamente un guitarrista de flamenco, un músico completo con un talento extraordinario.

Bacán también cantaba y conocía muy bien el cante. Estaba empeñado en que las nuevas generaciones asumieran el flamenco como un arte consustancial a Andalucía y también en sacar a la luz la riqueza de su casa artística, la de los Pinini. Cuando tocaba, susurraba el cante. Su forma de tocar era única, reconocible, no había duda. Una mezcla de barroquismo y de profundidad presidía su toque, en el que hacía cosas imposibles para otros y todavía no superadas. Verdaderamente su pérdida fue terrible y mucho más aún el olvido en el que se encuentra su memoria y su obra artística. Grabó muchos cantes acompañando a otros artistas y algunas cosas solo, pero éstas últimas están descatalogadas y son difíciles de hallar (como su álbum "Aluricán").

Era un gran conversador y tenía una cultura natural que lo convertía en el centro de cualquier reunión, porque, sin pretenderlo, ponía sobre la mesa una visión de las cosas que era absolutamente suya. Si no conocéis su toque, es una asignatura pendiente que tenéis con el flamenco. Oídlo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

José Mercé

Hace ya algunos años. Habíamos organizado un curso de Flamenco para profesores y ese día cantaba José Mercé. Llegó acompañado de Moraíto Chico y nos fuimos a almorzar. El sitio elegido por mí, cómo no, en Triana y solamente cuatro comensales. Ocasión única de conocer de cerca y en profundidad a José y de oír los comentarios curiosos y las apostillas de Moraíto. Pasaron rápidas dos horas, quizá más. Las historias, las opiniones, las ideas, se pusieron sobre la mesa de una forma natural. Conocimos más al hombre y así confirmamos que, no solamente es un artista extraordinario, sino una persona a la que merece la pena acercarse hasta el fondo. De paso os diré que, en este blog, solamente hablaré de aquellos artistas que me gustan, que me conmueven, que me importan, que me interesan, de los demás, solamente el silencio respetuoso, porque ¿quién soy yo para criticar a nadie?
Como os decía, el almuerzo pasó rápido y llegó el momento de ir hasta la sede del curso, nada menos que el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Mairena del Aljarafe. Su Alcalde de entonces, Antonio Martínez, nos lo había cedido porque el aforo de todos los demás espacios de Mairena se quedaba pequeño ante la gran cantidad de gente, inscritos o no, que iban a escuchar a los maestros del cante y la palabra. El salón estaba abarrotado. El conferenciante (perdonadme, no recuerdo ahora de quién se trataba) explicó su ponencia. Tras eso, comenzó el cante. Los despachos aledaños al Salón de Plenos se quedaron en silencio: pararon los teléfonos, las puertas, los ordenadores... Silencio absoluto. Mercé cantó como sabe, mejor todavía. Los rostros de los asistentes reflejaban la comunión absoluta con su cante. Entre aquella gente estaban los maestros y profesores a quiénes el curso iba dirigido, pero también había otras personas que llegaban atraídos por el interés de lo que allí se oficiaba: el pintor Ignacio Tovar, aficionado al flamenco desde aquellos años; algunos artistas, como Manolo Calero o Marcelo Sousa, invariables asistentes; Luis Caballero, que andaba cerca de casa y no se perdía una; muchísimos viejos de Mairena, antiguos aficionados, gente de conocimiento, que se anclaban en su silla y posaban la mirada, ya cansada y turbia, sobre los artistas y sus cantes.
Qué actuación tuvo Mercé. Qué generosidad la suya. Ofreció un larguísimo recital. Tenía prisa, pero no se le notaba. Estaba grabando entonces un disco en Madrid y fue y vino en el AVE solamente para actuar en nuestro curso. No quiso hablar de dinero. Dejó a las profesoras boquiabiertas porque venía con su maravilloso traje oscuro de firma, su abrigo largo y sus ojos azules, infinitamente azules.
Y su cante...qué cante. Los viejos lloraban, los concejales abarrotaban la entrada, la gente no se movía ni respiraba. Qué cante por seguiriyas para rematar la noche. Qué cante, José, qué cante...

Carmen Linares


En el año 1993, desde enero a mayo, aproximadamente, realicé como ponente el circuito cultural del Monte (hoy integrado en Cajasol) que se llamaba "Conocer el flamenco". Como era costumbre, había dos programaciones que se alternaban en las peñas y en otros lugares llevando una conferencia, acompañada de cante. En una de esas programaciones figuraba el tema "Cantes de Levante" con el cante de Carmen Linares, el acompañamiento a la guitarra de Paco Cortés y yo misma como conferenciante. Creo recordar que fueron diez o doce actuaciones, aunque no tengo ahora mismo claro ese número. Manolo Herrera, que coordinaba el ciclo, como ahora hace con los "Jueves Flamencos" tuvo el detalle de invitarme a participar y ésta ha sido una de las experiencias más interesantes y especiales de mi quehacer flamenco.

Como no todo fueron días de rosas, comenzaré relatando la "espina" en forma de crítica del, valga la redundancia, crítico de flamenco de El Correo de Andalucía, que para fundamentar su postura contraria a mi presencia en ese ciclo argumentó que yo "todo lo había aprendido en los libros". No entraré en más comentarios al respecto, salvo dejar constancia de ello y asegurar que, efectivamente, en su caso nadie puede achacarle que haya aprendido en los libros.

Por lo demás, el ciclo transcurrió pleno de anécdotas y buenos momentos. No voy a descubrir aquí a Carmen Linares pero, en el año 1993 era mucho menos conocida en la provincia de Sevilla que ahora, que es una megaestrella. Había ganado el premio ÍCaro y yo lo había reseñado en un artículo en "Sevilla Flamenca", mi revista de entonces, que codirigían el propio Manolo Herrera y Emilio Jiménez Díaz. Además, yo la había conocido, creo que en 1989 en Priego de Córdoba, donde actuó en un festival veraniego y le había hecho una entrevista que se publicó en la misma revista.

De Carmen Linares se ha ponderado su importancia como artista. No he visto a una persona más estudiosa del cante, más dispuesta a aprender y a incorporar cosas a su repertorio, más profesional y más entregada a su oficio de cantaora. Pero, además de eso, su personalidad te conquista y te hace sentir bien con su manera de relacionarse con la gente, cálida y sin impostura. Los momentos que pasé con Carmen en esa minigira que supuso el ciclo de El Monte son para mí inolvidables. Además, hice esas conferencias embarazada, al principio notándose menos y, al final, esplendorosamente embarazada. Así que fue Carmen Linares la persona que hizo el primer regalo a mi hijo, mejor dicho, los primeros regalos, porque fueron dos: un enorme oso rosa fucsia y una casita con música. Ambos regalos los guardamos con gran cariño.

En el repertorio de Carmen figuraban en ese circuito todas las modalidades y estilos de Levante, que ella conoce a la perfección, además de algunas malagueñas, que bordaba. Aunque la oí cantar ese mismo repertorio durante todos los días que duró aquello, con alguna variante pequeña, nunca me cansaba de escucharla y lo mismo puedo decir del acompañamiento de Paco Cortés, con unas maravillosas falsetas de la escuela granaína de guitarra que arrancaban muchísimos aplausos del público. En las peñas donde íbamos ocurrió de todo. En algunas, hechos muy curiosos, como el caso de Arahal donde nos invitaron a cenar pollo asado de esos que dan vueltas en un hierrecito y donde hubo que esperar a que acabara un partido de fútbol que había ese día para poder comenzar la actuación. O en Dos Hermanas, en la Peña Juan Talega, en la que dijeron a Carmen antes de empezar que si se portaba bien a lo mejor la contrataban ese verano para el festival. Ya os digo que el conocimiento que tenía la gente de Carmen Linares era escaso en ese tiempo. Siempre me he preguntado si ella fue consciente de que, a través de este circuito que ideó Manolo Herrera con un tema arriesgado como el Cante de Levante, su popularidad avanzó considerablemente en esta zona de Andalucía.

Fueron tardes y noches maravillosas en las que escuchar a Carmen o a Paco, oír los comentarios atinados de Miguel Espín y compartir las opiniones, las anécdotas, las preguntas, de los aficionados que acudían a oírnos (supongo que a escuchar a Carmen, porque la conferencia siempre es secundaria para los públicos flamencos), me llenó de satisfacción y aprendí muchísimo, además de forma directa, tan directa que, después de eso, ningún crítico podía echarme en cara que "todo lo había aprendido en los libros". Aunque el verano anterior, en 1992, había sido Jurado en La Unión y aquello no era ninguna broma. Pero eso es otra historia y será contada en otro lugar...

lunes, 22 de noviembre de 2010

Miguel Poveda

Miguel Poveda se parece físicamente a Rafa Nadal. Incluso, en alguna página web o revista, he visto que se ha hecho con ellos eso que se llama: Parecidos razonables. En una entrevista que ayer ví en Giralda TV, Cristóbal Cervantes dejó al descubierto que, además, Poveda comparte con Rafa algunas cosas más, por ejemplo, la humildad; por ejemplo, el valor del trabajo duro y constante; por ejemplo, el reconocimiento de que tiene mucho que aprender y mejorar. No es frecuente que los artistas tengan tan claro que están recorriendo un camino y que en ese camino hay siempre luces y sombras. Tampoco es frecuente que se reconozca que uno puede gustar a algunas personas y no gustar a otros o que se pondere tanto el valor del esfuerzo, de la constancia y la voluntad como medios de lograr seguir adelante con la vocación que uno tiene. En esa entrevista de Cristóbal Cervantes apareció Poveda como un ser entrañable y con las ideas claras acerca de lo que son el flamenco, la copla y su propia trayectoria artística. La conversación tuvo un tono respetuoso y entrañable que el artista agradeció porque se confesó muy tímido, pero no por ello se dejaron de preguntar cosas importantes. Durante algunos minutos se trató del próximo concierto de Miguel Poveda en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, en un recital a beneficio de ANDEX cuyas entradas se agotaron en el mismo momento en que se pusieron a la venta, como he podido comprobar yo misma de forma directa. Al final de la entrevista intervino Antonio Ortega, buen periodista y persona conocedora del flamenco, que hizo a Poveda la última pregunta y, quizá, la que más polémica puede originar: ¿Eres un artista de moda?. Aquí Poveda tuvo una respuesta muy acertada, distinguiéndo estar "de actualidad" de estar "de moda". Confesó que se encontraba de actualidad en estos momentos, pero que él era el mismo y su trayectoria seguiría igual con menos atención mediática. Además, dejó claro que esa actualidad no tenía nada que ver con estar de moda, porque llevaba ya muchos años en esto.
Me gustó muchísimo la entrevista. Me retrató a un ser cercano, a una buena persona, algo desbordado por tanta atención, humilde, con deseos de aprender y de seguir adelante. Tuvo emocionados recuerdos a las coplas que aprendió de su madre y a sus maestros, muchos, porque a todos respeta por igual.
A mí me gusta muchísimo Miguel Poveda, en sus coplas y en sus cantes. Lo he escuchado muchísimo y he seguido su trayectoria desde hace años, como suelo hacer con todos los ganadores de la Lámpara Minera, quizá porque este premio me resulta entrañable, no en vano fui jurado del mismo en el año 1992 y, siendo jurado ese año, me quedé embarazada de mi hijo, con lo que Cartagena, La Unión y todo aquel entorno de los cálidos veranos flamencos alrededor del Festival del Cante de las Minas son algo muy recordado para mí. Ningún artista que gana la Lámpara Minera desconoce el cante. Ningún artista que llega a ser admirado y conocido por tanta gente es alguien mediocre o que ha tenido simplemente suerte o un buen markéting. Más bien creo que Poveda es un gran aficionado, una persona que estudia y trabaja diariamente para lograr el mejor resultado a sus condiciones físicas y de voz, a la par que se rodea de técnicos, músicos y productores de lo mejor que hay en el panorama musical.
Me ha parecido estupendo que haga ese disco de coplas, dejando claro que la copla no es un género menor, sino una música bellísima, con letras maravillosas de poetas y con un desarrollo emocional que hace vibrar a cualquiera. Y, una de las cosas que más me gustó de su conversación con Cristóbal Cervantes es que dejó claro lo que yo también pienso: el flamenco y la copla son andaluces. En mi casa, a Poveda lo llamamos Povedilla, con todo cariño ("vamos a escuchar un rato a Povedilla", dice mi hijo, antes de poner el CD de las coplas, que todos nos sabemos de memoria)
(Ilustración: una obra de Carmen Laffón, que me encanta)

domingo, 21 de noviembre de 2010

Flamenco real, flamenco oficial



Cualquier observador avisado notará enseguida la enorme diferencia que hay entre el flamenco oficial y el flamenco real. El flamenco real, en sus dos dimensiones, la privada y la pública, se mueve en unos parámetros que nada tienen que ver con lo que la oficialidad pregona, publica o defiende. El aficionado, sea del tipo que sea, espontáneo, esporádico o sistemático (esto parece tomado de una letrilla del carnaval de Cádiz, por el uso y abuso de las esdrújulas), se marca su propio compás, sabe lo que le gusta, lo que le emociona y lo que quiere escuchar. A veces es un aficionado a solas, que desarrolla su afición en el coche, en su casa o todo lo más, comentando sus gustos musicales con amigos. Hay mucho aficionado de tradición familiar y también mucho aficionado esporádico, que cae rendido con las saetas o que le gustan las zambombas en Navidad, las sevillanas o los fandangos. Los aficionados que actúan ya de forma organizada, que acuden a peñas o festivales, que hojean o leen revistas de flamenco, que compran discos, saben muy bien qué artistas son los que le ofrecen mayores oportunidades de disfrute y suelen ser celosos guardianes de la tradición y hasta defensores acérrimos de posturas encontradas a veces, todas ellas respetables, muchas de ellas dentro del más absoluto fanatismo. Pero, todos ellos, arriesgan su dinero, se gastan sus euros en lo que les gusta y, como es natural, nada que objetar a sus gustos o aficiones flamencas. Las peñas, lugares de socialización en los que el disfrute del flamenco se hace a pequeña escala, sobreviven como pueden con las aportaciones de sus socios y las inyecciones a modo de subvención que las federaciones o instituciones les aportan de vez en cuando. El debate, el diálogo, la discusión, son consustanciales a esta forma de degustar el flamenco de forma privada. Donde hay dos aficionados, suele haber pique y suele haber opiniones diferentes. Pero eso no es malo mientras que nadie quiera sentar cátedra. Por mucho que escribamos de flamenco, en el corazón y en el oído de la gente no hay quien mande.

Pero el flamenco oficial es otra cosa. Sus intenciones son escasamente percibidas por la mayoría de la gente y dependen del gusto o de la moda. En nuestra tierra, Andalucía, el flamenco oficial da y quita carta de naturaleza a los artistas, y, como es el mayor empresario, juega con ese poder de forma que, los que no están en el entorno de quienes mandan, a veces lo tienen difícil, complicado, hasta imposible. Ahora, por ejemplo, están de moda los montajes flamencos, los proyectos, los espectáculos mixtos (quién lo hubiera dicho, hace unos años, con lo que se criticaban) así que un señor solo, un cantaor o una cantaora, sentado en una silla con su guitarrista, vende poco o no vende nada a los ojos del poder. Con esta cuestión de la UNESCO todo el mundo ha venido a opinar del flamenco, ministros y consejeros, todos ellos flamencolizados al máximo, vienen a contarnos cómo son las cosas y a darnos clases de historia del cante. Los artistas esperan pacientemente que, tras la avalancha de declaraciones, vengan los dineros para los espectáculos, vengan las iniciativas y las ayudas. Pero yo no estaría tan segura. En tiempos de crisis la cultura es lo último que se atiende. Así que los flamencos mejor harían en convertirse ellos mismos en empresarios, al estilo de los antiguos, que arriesgaban su dinero, a veces lo poco que tenían, y no confiar en los políticos, que, al margen de la foto oficial, poco van a hacer por este arte. Aunque se crean que es suyo.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Recordando a Vallejo en Gines


Hace algunos días tuve la ocasión de impartir una conferencia en Gines, en su Biblioteca Municipal, sobre Manuel Vallejo. La Biblioteca es un lugar muy acogedor y el Ayuntamiento había preparado con mucha atención el acto, diseñando un programa muy bonito que abarcaba varios días en los que había un poco de todo. Mi intervención abrió el programa y allí estaban algunos amigos que hacía tiempo no veía, colegas y personas interesadas en el flamenco, muchos de ellos ya bastante mayores. El acto resultó entrañable y estuve muy a gusto. Llevé preparada una presentación más que nada para poder oír música de Vallejo y para ver algunas imágenes que pudieran resultar atractivas para aquellas personas. Se trataba de un público muy entendido y respetuoso que se mantuvo muy atento y que, al terminar la charla, vino a hacerme algunas preguntas y comentarios, todo en un tono de amabilidad e interés que me hicieron sentir como en casa. La concejala de Cultura, a la que no conocía de nada, me regaló al finalizar una cosa muy bonita que había preparado el Ayuntamiento para esos días, un conjunto de monedas sobre el tema del flamenco.

En el transcurso de mi conferencia, tuvimos ocasión de oír varios cantes de Vallejo. Sonaban maravillosamente bien en aquel lugar, parecían traspasar el ambiente y las personas que allí estábamos nos quedamos sin palabras ante ese cante. Es algo que suele ocurrir con el flamenco, se establece una corriente de comunicación especial entre las personas cuando se escucha el cante colectivamente. Recuerdo que, hace unos meses, tuve ocasión de asistir a la presentación del libro de los hermanos Valderrama sobre los orígenes del flamenco. Fue en uno de los conservatorios de Sevilla y, enmedio del acto, sonó una seguiriya de Vallejo. El momento fue también inenarrable y los alumnos del conservatorio que asistían y los miembros de la orquesta, escucharon con reverencia aquella voz maravillosa. En la charla comenté, como no podía ser menos, los pormenores de aquella gran conmemoración del centenario que se realizó en la Peña Torres Macarena y en la que participé gracias a la invitación que me hizo, en aquellos días, Emilio Jiménez Díaz, a la sazón codirector de la Revista "Sevilla Flamenca". Muchos de los asistentes recordaban aquellas jornadas históricas.

Estos son los momentos buenos que el flamenco nos trae. Poder compartir con personas como éstas de Gines algo de lo que uno piensa y conoce sobre el flamenco es una enorme satisfacción. Allí quedaron buenos amigos y algunos de esos ancianos tenían esa sonrisa especial de complicidad que aparece en el rostro de los oyentes cuando algo de lo que escuchan les resulta especialmente cálido y emotivo.
(Ilustración: una bailaora de Joaquín Sorolla)

Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ¿para qué sirve esto?

La declaración de la UNESCO en la que se considera al flamenco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ha despertado un número considerable de opiniones, artículos de prensa, comentarios, acerca de lo que significa y del flamenco en sí mismo. Es bueno que se hable de flamenco fuera de los cenáculos habituales. También es bueno que se discuta y se debata. Parece que muchos aficionados de larga tradición están en desacuerdo con esto, o al menos, se muestran bastante escépticos, porque, quizá, consideran que se está "politizando" en exceso el flamenco. Da la impresión, desde hace algún tiempo, de que hay cierta conciencia de artistas cercanos al poder y otros que van de independientes. Esto no es algo nuevo, aunque nos lo parezca a nosotros, pero hay un matiz que no debería pasar desapercibido: estamos, vivimos, en una democracia y no debe haber tratos de favor, ni regalías, ni prebendas. En democracia todos somos iguales y esto vale para todo, incluso para el arte.
Pero claro, está el problema, el grave problema, de las subvenciones, que tanto a favor y en contra genera. ¿Quién puede criticar que se ayude a la creación artística, bibliográfica o a la investigación en el flamenco o en cualquier otra faceta? El problema estaría siempre si estas subvenciones, becas o ayudas no se dieran en función de méritos objetivos y sí de amiguismos o enchufismos. Esto desconcierta mucho a los artistas y a la gente en general.
¿Es bueno para el flamenco todo esto de la UNESCO? Pues depende de para qué sirva y depende de cómo se entienda. Si significa respeto y significa apoyo, pues vale. Pero si se trata únicamente de ostentar un título como tantas otras manifestaciones etnográficas, culturales e, incluso, dietéticas, pues entonces valdrá de poco. A mí me gustaría que volvieran a existir los emprendedores en el flamenco. Empresarios que arriesguen su dinero, artistas que vayan a porcentaje y así veríamos quién llena los teatros o las salas. Esto supondría, en primer lugar, un ajuste de los cachés, que han sobrevolado los cielos debido a la intervención pública. Pero, en época de crisis económica no es posible que lo público lo solucione todo. ¿Por qué no luchar por emprender en el flamenco?

Para cerrar una etapa


Este blog comenzó al hilo de la publicación de mi libro "Manolo Caracol. Cante y pasión". Antes de ese libro publiqué con la misma editorial, Almuzara, "El flamenco en Cádiz". Este último tuvo un escaso eco, seguramente al tratarse de un libro localista, aunque en el flamenco el Cante de Cádiz es un referente. Pero no sonó y hubo pocas críticas. Sin embargo, con el libro de Caracol la cosa fue muy diferente. No sé si porque la editorial se esmeró un poco más (no demasiado, desde luego) en promocionarlo o porque Caracol es una figura que despierta gran interés, el caso es que muchísimos medios se interesaron por él, tanto escritos, como de radio y televisión. Algunas de esas reseñas las he recogido en este blog.
Algunas constataciones y algunos aprendizajes quedaron para mí después de esta experiencia: las editoriales no apuestan por los libros ni por los autores, salvo que éstos, de por sí, ya sean conocidos o tengan una trayectoria. Publican sin más. El libro de Caracol salió poco antes de la Feria del Libro de Sevilla y ni siquiera se firmó en esta Feria. Nunca se presentó en Sevilla (por lo visto, las presentaciones son cosas que deben gestionar los propios autores, cosa que yo no sabía). Nunca se presentó en ningún sitio, salvo en la Feria del Flamenco de Lepe. Cuando le hice ver a la editorial, a través de su relaciones públicas, que no me daba la impresión de que el libro se había cuidado mucho (a lo mejor me equivocaba, a lo mejor el libro no lo merecía...) me contestó que demasiado habían hecho teniendo en cuenta que el libro estaba vetado en un periódico importante por lo que le había dicho el crítico de ese periódico directamente a él y, además, en otro periódico se le había hecho una mala crítica por otro crítico también conocido.

Ante eso, no tuve ni tengo palabras. Vetos y censuras. Críticas sin leer el libro (esto es tan seguro como que esos dos críticos llevan años contra mí sin que todavía yo sepa por qué, salvo que no los llamé nunca para dar conferencias cuando organizaba cursos de flamenco...)

Sin embargo, estoy muy satisfecha del libro de Manolo Caracol. Creo que está bien escrito, que se lee con interés y que inserta al personaje en su tiempo de una forma muy aclaratoria y explicativa. Me siento contenta de ese libro, digan lo que digan. Lo que nunca volveré a hacer, si escribo otra biografía, es consultar con la familia del biografiado. Eso no.

(Ilustración: Pastora Imperio de José Villegas. Preciosísimo retrato)