martes, 7 de diciembre de 2010

Camarón de la Isla



Esta es una foto inicial de Camarón de la Isla, el artista que pronto dejó atrás el nombre de su pueblo, pues su fama llegó a tanto que ya no necesitó adjetivos. Camarón de la Isla hubiera cumplido estos días pasados los 60 años pero murió mucho antes, por lo que esta foto de sus tiempos con Paco de Lucía, en el que se le ve tan joven y tan feliz, me parece mucho más acertada para recordarlo que otras ya más maduro, cuando el paso de la vida parecía haberlo marcado.

La Isla, según Camarón, se ha dividido en dos: una parte del pueblo no ha seguido nunca la carrera de Camarón, ni se ha sentido implicada en su trayectoria y ha vivido de espaldas al artista, a lo que significaba y a lo que significa. En su entierro, multitudinario, muchísima gente no era de La Isla. En La Isla, Camarón había dado algunas espantás famosas y mucha gente no era de su cuerda, no entendía mucho su forma de entender la profesión (no el cante, sino la profesión, que es diferente). Curiosamente, los flamencos más viejos no son camaroneros (o lógicamente), pero los jóvenes sí, los jóvenes son la verdadera fuerza de Camarón en su tierra, todavía hoy y entonces. Gente que no lo conoció en vida pero que toca la guitarrita y se acompaña de cantes que Camarón hacía y que son ahora el santo y seña de estos nuevos aficionados, no al flamenco, sino a Camarón. Porque Camarón tenía una legión de aficionados a los que solamente gustaba Camarón. Por eso, a través de Camarón no abrían la puerta de todo el flamenco, sino que se quedaban ahí, en el zaguán, camaroneros puros pero nada más.

La Peña Camarón de la Isla, en San Fernando, tiene un gran edificio y poco dinero. Parece ser que la crisis ha afectado a todo el mundo, incluidas las peñas, y en este aniversario no hay fondos para dispendios. En San Fernando hay otras peñas, al menos dos que yo recuerda, la tradicional y antigua Tertulia Flamenca de La Isla y la Peña Chano Lobato. Pero la peña de Camarón es la que tiene un mejor local y parece que, a pesar de los pesares y de la crisis, continúa intentando que Camarón no se olvide, aunque por eso no hay problemas, Camarón está ya en la historia. Su biógrafo, Enrique Montiel (uno de sus biógrafos, pero el más acertado), no me pareció nunca que estuviera de la orilla del flamenco, cuando lo conocí mientras estudiábamos Magisterio, pero, con el paso del tiempo, me enteré que se relacionaba con Camarón y que el flamenco le tiraba. A mí no, tengo que decirlo. En los años gloriosos de Camarón andaba yo en otras músicas y, cuando llegué al flamenco, no desembarqué en Camarón, porque aprendí directamente de otras fuentes que nada tenían que ver con su estética. Así que mi acercamiento a Camarón ha sido tardío y directo: sin intermediarios, solamente con su música.

Tengo que decir que me gusta la música de Camarón, tengo que decir que esa música tiene ahora mismo un gran problema: una legión de imitadores que van a convertirla en algo cansino. Hasta dentro de unos años Camarón no será un clásico, limpio de connotaciones externas que lo desvirtúan.