sábado, 27 de noviembre de 2010

Pedro Bacán


A Pedro Bacán le daban muchísimo miedo los aviones. Tanto miedo le daban que recorría kilómetros y kilómetros en coche cuando tenía que actuar, incluso por toda Europa. Cruzar de continente le obligaba a volar y no le gustaba nada. Paradojas de la vida: murió en un accidente de coche, en las cercanías de Utrera, cuando viajaba una mañana de sueño, entre Sevilla y Lebrija, donde tenía su casa y donde había nacido. Era el mes de enero de 1997 y todavía no había cumplido los 47 años. Estaba en su plenitud personal y artística, pero esa mañana el cansancio le venció.

Era un guitarrista genial en el sentido más estricto del término. Genial viene de genio. Especialísimo en su concepción del flamenco y la música, que sabía explicar muy bien, muy acertadamente. Su toque es inconfundible y digo "es" porque ahí queda su música, como ocurre con los artistas cuando se van, que dejan su legado. Tuve ocasión de tratarle y de compartir algunas charlas, actuaciones y lugares con él. En los bares de la bohemia de Sevilla todo el mundo lo conocía y apreciaba. Son esos sitios en los que se habla de arte, de música, de libros. Muchos extranjeros se sumaban a las tertulias improvisadas en las que Pedro hablaba de música, como él sabía hacerlo, con conocimiento y originalidad. En alguna ocasión estuve en su casa y también lo vi grabar algunas de las cosas que hizo. Dedicó mucho tiempo a enseñar, tanto en el extranjero, como en su tierra, de manera informal y de manera reglada. Su toque de guitarra es el que aparece en la grabación que acompaña al librito "Aproximación a una didáctica del flamenco" que hicieron Calixto Sánchez y José Luis Navarro. Su toque de guitarra está en todos los cantes, menos en las sevillanas...porque a Pedro Bacán no le salían unas sevillanas "normales", un toque que fuera identificable por los alumnos a los que iba dirigida la grabación. Así que, en aquel caso, las sevillanas tuvo que grabarlas Manolo Franco, otro maestro.

Antonio Sosa, pintor y escultor, me contaba su experiencia con Pedro en Doñana, pues compartieron días de trabajo en torno a una experiencia que reunió en el Parque Natural a algunos escritores, artistas y músicos. Antonio me contaba cómo una noche todos estuvieron expectantes oyendo como Bacán hacía música con un tenedor y una botella. Una noche de silencio solamente roto por el ritmo que Pedro Bacán imprimía a los objetos más normales del mundo. Pero él era un músico completo, no solamente un guitarrista de flamenco, un músico completo con un talento extraordinario.

Bacán también cantaba y conocía muy bien el cante. Estaba empeñado en que las nuevas generaciones asumieran el flamenco como un arte consustancial a Andalucía y también en sacar a la luz la riqueza de su casa artística, la de los Pinini. Cuando tocaba, susurraba el cante. Su forma de tocar era única, reconocible, no había duda. Una mezcla de barroquismo y de profundidad presidía su toque, en el que hacía cosas imposibles para otros y todavía no superadas. Verdaderamente su pérdida fue terrible y mucho más aún el olvido en el que se encuentra su memoria y su obra artística. Grabó muchos cantes acompañando a otros artistas y algunas cosas solo, pero éstas últimas están descatalogadas y son difíciles de hallar (como su álbum "Aluricán").

Era un gran conversador y tenía una cultura natural que lo convertía en el centro de cualquier reunión, porque, sin pretenderlo, ponía sobre la mesa una visión de las cosas que era absolutamente suya. Si no conocéis su toque, es una asignatura pendiente que tenéis con el flamenco. Oídlo.

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